Historia de la
Biblioteca Nacional

La Biblioteca Nacional "Ernesto J. Castillero R." es el eje del sistema bibliotecario en Panamá. Su origen se remonta al Decreto No. 238 del 31 de enero de 1942, y fue accesible al público a partir del 11 de julio del mismo año. En sus primeros años, la biblioteca ocupaba un espacio entre las calles 5ª y 6ª, adyacente a la Presidencia de la República. Sin embargo, en enero de 1961, se trasladó a un edificio previamente perteneciente al Seguro Social, anteriormente el hogar del Colegio "Ricardo H. Newman". Luego, el 24 de septiembre de 1987, la Biblioteca Nacional encontró su hogar definitivo en un nuevo edificio ubicado en el Parque Recreativo y Cultural Omar Torrijos, en la avenida Belisario Porras. Este nuevo edificio, con una extensión de cinco mil metros cuadrados, se distribuye en cuatro niveles para la consulta pública.
El origen de la Biblioteca Nacional se remonta a la Biblioteca Colón, establecida el 12 de octubre de 1892. La Biblioteca Colón cesó sus operaciones en 1941 debido a restricciones presupuestarias del Municipio de la ciudad capital. La Ley 89 Orgánica de Educación de 1941 otorgó al Poder Ejecutivo la facultad de establecer la Biblioteca Nacional, siendo firmada por el entonces presidente de la República, Dr. Arnulfo Arias Madrid, y el ministro de Educación, Dr. José Pezet.
Inicialmente, la consistía en los 10 mil volúmenes de la Biblioteca Colón, que incluían colecciones incompletas de periódicos y revistas panameñas, libros nacionales, y una destacada compilación de obras extranjeras.
La inauguración tuvo lugar en un momento en que la mayoría de los países ya contaban con sus propias instituciones bibliotecarias nacionales. El honor de su fundación recae en el presidente Ricardo Adolfo De La Guardia y su colaborador más cercano, el Dr. Víctor Florencio Goytía, quien se desempeñaba como ministro de Educación en ese entonces.
El historiador Ernesto J. Castillero R. asumió el cargo de primer director de la institución, liderando los esfuerzos iniciales para organizar la Biblioteca Nacional. En este proceso, contó con la colaboración, como subdirector, de Galileo Patiño, mientras que el historiador Manuel María Alba C. se dedicó especialmente a la organización de las colecciones de periódicos y a la Sección Pedagógica, que fue donada por las hermanas Rubiano.